Toxicidad perinatal y a largo plazo
La exposición fetal cerca del parto se asocia a hipotonía y cianosis, en una variante del llamado “floppy baby”, en la que también se describe atonía, hipotiroidismo, polihidramnios, toxicidad hepática, contracciones musculares, anomalías electrocardiográficas, hipotermia e inquietud1,2, así como diabetes insípida nefrogénica3 y macrosomía4. El riesgo de que se presente el cuadro es mayor si se han alcanzado litemias superiores a 0,64 mEq/L, otro motivo para utilizar a lo largo del embarazo la dosis mínima que permita obtener concentraciones eficaces en sangre, así como para mantener especial precaución en torno al parto5. La bibliografía recoge muertes perinatales en bebés expuestos6, pero en términos generales las anomalías observadas no suelen tener graves consecuencias si se dispone de asistencia pediátrica especializada.
La exposición fetal cerca del parto se asocia a hipotonía y cianosis, en una variante del llamado “floppy baby”, en la que también se describe atonía, hipotiroidismo, polihidramnios, toxicidad hepática, contracciones musculares, anomalías electrocardiográficas, hipotermia e inquietud1,2, así como diabetes insípida nefrogénica3 y macrosomía4. El riesgo de que se presente el cuadro es mayor si se han alcanzado litemias superiores a 0,64 mEq/L, otro motivo para utilizar a lo largo del embarazo la dosis mínima que permita obtener concentraciones eficaces en sangre, así como para mantener especial precaución en torno al parto5. La bibliografía recoge muertes perinatales en bebés expuestos6, pero en términos generales las anomalías observadas no suelen tener graves consecuencias si se dispone de asistencia pediátrica especializada.
No se han
encontrado secuelas a largo plazo tras exposición intraútero, desde un primer
trabajo, hace ya 40 años del gran estudioso y divulgador del litio, Mogens
Schou7, que siguió a 60 niños durante cinco años sin apreciar
anomalías conductuales significativas en comparación con hermanos no expuestos.
Un estudio posterior8 en 15 niños en edades entre los 3 y los 15
años no apreció efectos adversos de la exposición fetal sobre el crecimiento o
el desarrollo neurológico, cognitivo o conductual. Aunque la casuística es
reducida, los datos parecen tranquilizadores.
Clásicamente el
litio ha estado contraindicado durante la Lactancia Materna (LM). La American Academy of Pediatrics lo
clasifica en el grupo de fármacos asociados a efectos adversos sobre el
lactante9. Históricamente se han descrito concentraciones elevadas
del catión en leche materna y en plasma del lactante, así como efectos adversos
sobre el lactante (letargo, hipotonía, hipotermia, cianosis y alteraciones EKG)10.
No obstante, en estudios más recientes se han apreciado concentraciones más
bajas en leche materna y en plasma del lactante, así como mejor tolerancia con
menos efectos adversos sobre el lactante, por lo que se ha propuesto revisar las
recomendaciones sobre el tratamiento con litio durante la LM11. No
se han descrito alteraciones en el neurodesarrollo tras exposición vía leche materna,
pero los datos disponibles son escasos.
Posibles pautas
A la hora de
formular recomendaciones hay que insistir de nuevo en el riesgo que entraña la
supresión de eutimizantes para mujeres embarazadas con TAB. La retirada del
litio con motivo del embarazo triplica el riesgo de episodios agudos
puerperales12, mientras que mantenerlo en la fase final de la
gestación, después de la semana 36, reduce a la quinta parte las recidivas
puerperales graves1. Como se ha reseñado, los estudios de los
últimos 25 años señalan que el riesgo malformativo, aunque existente, es muy
inferior a lo clásicamente descrito. Una estrategia conservadora para combinar
el beneficio para la madre y la protección al feto sería evitar el litio en el
primer trimestre, y pasar a prescribirlo en el segundo y tercero1,13.
Sin embargo, esta recomendación puede carecer de sentido, ya que, por una parte, hasta el 50%
de los embarazos no son planificados y, por otra, muchas mujeres no son conscientes de su
gestación hasta pasado el primer trimestre14. Parece más realista
mantener el litio en mujeres con antecedentes de TAB grave, a las que el
tratamiento puede aportar estabilidad clínica con bajo riesgo para el bebé15.
En mujeres con escasos episodios agudos previos y periodos de eutimia
prolongados con embarazo planificado se podría reducir muy paulatinamente el
litio, para reintroducirlo a partir del segundo trimestre con el fin de limitar
el riesgo de descompensación puerperal. Si se opta por esta estrategia, la
retirada deberá ser muy lenta y vigilando siempre un posible episodio agudo
durante la retirada gradual, incluso en mujeres con periodos prolongados de
eutimia16.
En lo que se
refiere a la LM, sería así posible, tras valoración individualizada del
cociente riesgo/beneficio, emplear litio en casos seleccionados y monoterapia: a dosis estables (menor dosis eficaz), en una madre con TAB clínicamente
estabilizado, con conciencia de enfermedad, buen apoyo familiar, bien informada
de ventajas y riesgos y que desea la LM. En cuanto al lactante, debería ser
sano y a término. Sería necesario seguir las indicaciones de monitorización del
lactante y contar con un pediatra que colabore en el seguimiento que se precise.
Además, si se opta por compatibilizar el tratamiento con litio y la LM sería
necesario monitorizar estrechamente al lactante (tono muscular, temblor o
movimientos involuntarios, signos de deshidratación, dificultades de
alimentación, cambios de peso), realizar analíticas periódicas en el lactante
(recuento sanguíneo, litemia, función renal y función tiroidea) coherentes con
la monitorización materna y tener especial precaución en situaciones que
aumentan el riesgo de toxicidad (fiebre, diarrea, interacciones farmacológicas)11.
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Juan Medrano Albéniz. Psiquiatra. Comarca Ezkerraldea. Red de Salud
Mental de Bizkaia.
Maider Prieto Etxebeste. Psiquiatra. Hospital de Zamudio. Red de Salud Mental de Bizkaia.
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