Valproico
La actividad
anticonvulsiva del ácido valproico (VPA) se descubrió al utilizarlo para
disolver otro compuesto del que se esperaba una acción eficaz en la epilepsia. Pero los investigadores comprobaron que el producto
pretendidamente antiepiléptico solo mostraba actividad en esa solución y no en otras combinaciones y soluciones. La conclusión fue que el VPA y no el pretendido producto activo, era la molécula realmente eficaz, en un ejemplo más de las serendipias que
jalonan la historia de la Farmacología1. El VPA se presenta como ácido
o sal sódica. La Valproamida (Depamide®),
retirada del mercado español, es un precursor de absorción lenta y
fluctuaciones plasmáticas menos acusadas2. En España el VPA está
disponible como sal sódica en comprimidos gastrorresistentes, como solución y
en presentación inyectable, y coexiste con presentaciones de liberación
prolongada que combinan valproato sódico y VPA en una relación molar
aproximada de 2,3:1 a favor de la sal. En otros países existe una
mezcla de VPA y valproato (divalproex o valproatosemisodio) en una relación
molar de (1:1). La principal diferencia entre todas estas variantes radica en la
absorción, asociada a menos molestias con los comprimidos recubiertos, y más
rápida, y con mayores picos plasmáticos, con el semisodio. El
protagonista en las demás fases farmacocinéticas y asimismo, el responsable de la acción
terapéutica es el VPA, que además es la forma en que circula en sangre cualquiera de
las presentaciones farmacéuticas3, y la que se monitoriza.
La utilidad de la
valproamida en el TAB se intuyó hace medio siglo4, pero solo a
finales de los años 80 se publicaron ensayos clínicos, ya con VPA, con resultados
positivos en la manía5,6 y
cuadros mixtos7,8. Al divalproex se le atribuye efectividad en el
tratamiento de mantenimiento9, y una superioridad frente al litio en
la prevención de ciclos rápidos, no confirmada por algunos estudios10. La
mayor parte de los ensayos se han realizado exclusivamente con divalproex. En países
como el Reino Unido, el divalproex es la única variante autorizada en el TAB, lo
que no parece razonable11, a la luz de lo previamente apuntado en cuanto a que la forma que circula en sangre es la VPOA y toidas las presentaciones solo difieren en la tolerabilidad por vía oral. En España la situación es más
chocante, ya que la valproamida estaba autorizada en la fase maniaca, pero no en la
profilaxis, mientras que el VPA únicamente está autorizado en la manía en su
presentación de liberación retardada, y solo en 2006 fue autorizado para la “Prevención
de la manía asociada a trastornos bipolares”. Al margen de estas inconsistencias farmacoadministrativas, la impresión general es
que el VPA es especialmente útil en los episodios mixtos, para los que algunas
guías lo consideran preferible al litio12.
El mecanismo de acción identificado del VPA es complejo13, con potenciación de la transmisión
gabaérgica, expresión selectiva de ciertos genes y modulación de sistemas de
señalización. El VPA se une intensamente a las proteínas plasmáticas, y su
acción terapéutica se debe a su fracción libre. Su metabolismo es complejo, y
participan diversos isozimas del CYP 450 (2C9, 2C19, 2A6), así como la vía de
la glucuronidación. Sus concentraciones en sangre varían notablemente por interacción
metabólica con otros fármacos14.
Valproico y embarazo
El VPA atraviesa la placenta más
rápidamente que otros anticonvulsivantes15, y durante el embarazo
aumenta su fracción libre, hasta que al final del tercer trimestre se incrementa mucho
su aclaramiento renal, reduciéndose su concentración plasmática hasta el 50%.
Esto no afecta a la fracción libre, que puede aumentar, y con ella, el efecto sobre
el feto. Por ello, las valoraciones de VPA deberían incluir tanto la fracción
libre como la ligada a proteínas plasmáticas14.
El uso de VPA durante
el embarazo se asocia a complicaciones obstétricas (hemorragia postparto, bajo
peso, ingreso en UCI neonatal)16. Desde hace años se sabe que la
exposición entre los días 17 y 30 postconcepción se relaciona con anomalías del
tubo neural (multiplicándose hasta por 13 la incidencia de espina bífida17). También se conoce desde hace años el papel protector del ácido fólico. En investigaciones posteriores se observó una teratogenicidad más amplia y compleja, con variados “resultados adversos” en entre el 10 y el 20%
de los embarazos de mujeres tratadas con VPA18-20. Entre estos
resultado, dosis dependientes, figuran afectación cognitiva, malformaciones
craneofaciales y cardiacas, reducción del volumen cerebral, hipospadias o
hendidura palatina, y un síndrome fetal por VPA21 con pliegues
epicánticos, desarrollo insuficiente de las cejas a nivel medial, labio
superior fino y largo, labio inferior engrosado, malformaciones cardiacas,
hipospadias, surco infraorbitario, puente nasal aplanado con pirámide nasal
reducida y orificios nasales antevertidos, boca pequeña y orientada hacia
abajo, y espina bífida.
Más tardíamente se reconocieron secuelas neuropsicológicas graves tras exposición en el segundo y tercer trimestre. Así, en comparación con controles, Meador et al22 describieron afectación de diversos parámetros cognitivos a los 3 años de edad, y cociente intelectual inferior a los 6 años, dosis dependiente, junto con menor capacidad cognitiva verbal y mayor proporción de zurdos23. Estos efectos, que no se dan tras la exposición a otros antiepilépticos24, son menos intensos si se utiliza ácido fólico preventivamente. Asimismo, un estudio prospectivo, caso – control, apreció mayor riesgo de trastornos del neurodesarrollo tras la exposición intraútero, especialmente trastornos del espectro autista25, y un estudio poblacional encontró mayor incidencia de autismo en niños cuyas madres recibieron VPA durante el embarazo26. También se describe mayor incidencia y prevalencia de TDAH en niños expuestos a dosis altas (superiores a 1000 mg/d) en la última fase del embarazo27.
Más tardíamente se reconocieron secuelas neuropsicológicas graves tras exposición en el segundo y tercer trimestre. Así, en comparación con controles, Meador et al22 describieron afectación de diversos parámetros cognitivos a los 3 años de edad, y cociente intelectual inferior a los 6 años, dosis dependiente, junto con menor capacidad cognitiva verbal y mayor proporción de zurdos23. Estos efectos, que no se dan tras la exposición a otros antiepilépticos24, son menos intensos si se utiliza ácido fólico preventivamente. Asimismo, un estudio prospectivo, caso – control, apreció mayor riesgo de trastornos del neurodesarrollo tras la exposición intraútero, especialmente trastornos del espectro autista25, y un estudio poblacional encontró mayor incidencia de autismo en niños cuyas madres recibieron VPA durante el embarazo26. También se describe mayor incidencia y prevalencia de TDAH en niños expuestos a dosis altas (superiores a 1000 mg/d) en la última fase del embarazo27.
Ante estos hallazgos, el Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia europeo (PRAC) evaluó
el balance beneficio-riesgo del VPA no solo en embarazadas, sino también en
niñas y en mujeres con capacidad de gestación. Como consecuencia de los resultados de esta evaluación, la AEPMS28 indicó en octubre de 2014 que no debe
administrarse VPA ni a niñas, ni a mujeres con capacidad de gestación ni a
mujeres embarazadas, a menos que otros tratamientos para la epilepsia o “los episodios maniacos asociados al TAB”
hayan resultado ineficaces o intolerables. Asimismo, señaló que las mujeres con
capacidad de gestación tratadas con VPA deben utilizar algún método
anticonceptivo eficaz durante todo el tiempo que dure el tratamiento y que deberán
recibir una detallada explicación de los riesgos para el feto en caso de
embarazo. Finalmente, indicó la agencia, en línea con las recomendaciones de organismos similares de otros países, los profesionales sanitarios deberán informar a estas mujeres
de que en caso de embarazo no deben suspender la medicación sin consultar
previamente a su médico. Recientemente se revelado que estas recomendaciones no
se siguen adecuadamente ni en España, ni en Europa29 ni en EEUU30,
lo que hace necesario una toma de conciencia y un cambio de actitud en la
profesión31.
VPA y Lactancia
Materna
La excreción de VPA a través de la leche materna es limitada y no
se han descrito prácticamente efectos adversos sobre el lactante asociados a su
uso durante la Lactancia Materna (LM). Clásicamente el VPA se ha considerado
compatible con la LM, en monoterapia y con un estrecho seguimiento del lactante,
y la AAP lo incluye entre los fármacos compatibles con la LM32. Se
recomiendan determinaciones periódicas del recuento plaquetario y enzimas
hepáticos en el lactante por el perfil específico de efectos adversos del
fármaco33.
Recomendaciones generales
No hace mucho el VPA
podría parecer el eutimizante más seguro en el embarazo, posiblemente por el
recurso a ácido fólico para prevenir la malformación más reconocida por
entonces (espina bífida). Sin embargo, los resultados de las investigaciones y
evaluaciones recientes, imponen hoy en día evitarlo en mujeres con TAB con
capacidad reproductiva, salvo que no exista mejor alternativa, y con la precaución de que en
este caso tendrían que emplear un método anticonceptivo eficaz. Por todo ello,
el uso de VPA en el embarazo debería ser extraordinario. Si en una mujer ya tratada con el producto se decide continuar
con el fármaco, deberá emplearse la menor dosis eficaz de VPA, fraccionándola en
varias tomas diarias y utilizando preferentemente formulaciones de liberación
prolongada. Asimismo, deberá iniciarse precozmente la monitorización prenatal
para vigilar el desarrollo del feto. Lógicamente, serán pertinentes
recomendaciones clásicas como la determinación de la α-fetoproteína o la
realización de ecografía antes de la 20ª semana para detectar malformaciones
cardiacas o del tubo neural34,35, con valoración de la traslucencia
nucal36, monitorizar niveles o administrar folato en dosis de 4 a 5
mg/d a lo largo del primer trimestre37, 38. En embarazos planificados
debería utilizarse folato desde al menos un mes antes de la concepción36.
Tras el parto, establece la AEMPS, deberá informarse al pediatra y profesional
de enfermería encargados de los controles de salud acerca de la exposición a
VPA para que puedan vigilar posibles retrasos en la adquisición de los hitos
del desarrollo y establecer precozmente las medidas más adecuadas a cada caso28.
En definitiva, salvo que aparezca alguna estrategia que permita su uso con suficiente
seguridad, el VPA será un eutimizante mayoritariamente indicado en varones y de
empleo en embarazadas excepcional cuando no imprudente.
En lo que se refiere a
la LM, se ha considerado habitualmente que el VPA
en monoterapia, en un tratamiento ya establecido durante el embarazo (con
exposición fetal por lo tanto) y en una mujer clínicamente estabilizada, no
contraindica necesariamente la LM si hay un seguimiento estrecho del lactante y
una adecuada monitorización de los efectos adversos del fármaco. Hasta la fecha
no se conoce que la exposición a VPA en monoterapia durante la LM origine
trastornos en el neurodesarrollo en lactantes ya expuestos intraútero y no se
han observado diferencias en los parámetros cognitivos evaluados a la edad de 3
y 6 años39,40 entre el grupo expuesto durante la LM y el no expuesto
(habiendo sido ambos expuestos durante el embarazo). Para explicar esta aparente resistencia del lactante al VPA, frente a la vulnerabilidad fetal, se
postulan diversas hipótesis, como que el cerebro fetal es más vulnerable que el
neonatal, que la exposición al fármaco a través de la leche materna es menor
que la exposición transplacentaria, que los efectos adversos de la exposición
intraútero podrían enmascarar el menor efecto de la exposición a través de la
leche materna o que los efectos beneficiosos de la LM sobre el desarrollo
cognitivo protegen de los efectos perjudiciales del fármaco40. En cualquier caso, a día
doy, con los datos disponibles no estaría justificado contraindicar la LM en mujeres que ya han
seguido tratamiento con VPA durante el embarazo. Si el tratamiento se inicia en
el postparto se recomienda precaución si se opta por la LM, sobre todo si son
productos de los que se conocen efectos adversos en el neurodesarrollo tras la
exposición intraútero40. Como tantas otras veces, se necesita más
investigación a este respecto.
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