Hace medio siglo se constató que que la carbamazepina (CBZ) mejoraba el ánimo de pacientes con
epilepsia, lo que dio pie a la realización de un ensayo clínico, abierto, con
pacientes con TAB1. Hubo que esperar, sin embargo, hasta 1980, para que se considerase demostrada su efectividad en este cuadro. El mecanismo postulado fue la selectividad límbica de la CBZ y su acción antikindling2. En sucesivos ensayos controlados doble
ciego en la manía, la CBZ resultó ser superior al placebo y comparable en
efectividad al litio3. Es más controvertida su eficacia en la
profilaxis4,5 o en la depresión bipolar. En 2006 la FDA la aprobó para
los episodios maniacos y mixtos del TAB. La AEMPS, por su parte, la autoriza en
la manía y en el “tratamiento
profiláctico de la enfermedad maníaco-depresiva”. A día de hoy su mecanismo de acción no
se comprende suficientemente, pero se sabe que bloquea los canales del sodio,
reduciendo la sincronización neuronal6.
Tras su absorción oral, la CBZ alcanza
niveles estables en 2-5 días7. Se metaboliza en el hígado a un
metabolito activo, 10,11-epóxido, que pasa después a productos inactivos por
procesos de glucuronidación, conjugación e hidroxilación8. La
CBZ es un conocido inductor enzimático, que acelera la metabolización de
múltiples fármacos, entre ellos, los anovulatorios orales, lo que le convierte
en una opción poco acertada en mujeres con TAB y capacidad reproductiva que
deseen un control sobre la parentalidad9. También induce su propio
metabolismo.
La CBZ cruza la
placenta10, y alcanza en sangre fetal concentraciones equivalentes
al 50-80% de los niveles maternos11. Al avanzar la gestación aumenta
su aclaramiento y se reducen sus niveles en sangre, pero este efecto podría no
ser clínicamente significativo, ya que se produce a expensas de la fracción
ligada a proteínas plasmáticas12.
Algunas
interacciones enzimáticas de la CBZ pueden ser significativas en el embarazo,
como los cambios en las concentraciones de levotiroxina por inducción enzimática13. Este fenómeno carece de relevancia
clínica en pacientes eutiroideas, pero que puede ser importante en embarazadas con suplemento hormonal tiroideo, por lo que en estas mujeres en
las que es recomendable monitorizar la TSH14. También puede acelerar
el metabolismo del ácido fólico, precipitando malformaciones15 y el
de la vitamina K, con riesgo de hemorragias en la madre y el feto, haciendo necesario
el suplemento vitamínico16.
La tasa de
malformaciones por exposición intraútero a CBZ se calcula en torno al 2,2 a 3,3
%17,18, pero se acerca al 8% si se emplean dosis mayores de 1000
mg/d19. Se ha descrito un síndrome fetal por CBZ con pliegues
epicánticos, hendidura orofacial, malformaciones cardiacas, nariz corta con
orificios hipoplásicos y filtrum corto, fisuras palpebrales orientadas hacia
arriba y espina bífida20, de incidencia menor a lo inicialmente
estimado. Se registran malformaciones del tubo neural relacionadas con CBZ en el 0,5 y
el 1% de los fetos expuestos21. No se han descrito, sin embargo, anomalías del
desarrollo tras exposición intraútero a CBZ. La exposición a
CBZ en la etapa fetal puede asociarse a hepatitis colostásica transitoria11.
Si los niveles fueron altos puede haber afectación motora neonatal con menor
reactividad22.
Aunque menor
que lo temido en su momento, la teratogenia por CBZ es una realidad, por lo que
si se decide mantener el tratamiento en el embarazo habría que determinar sus
niveles plasmáticos con asiduidad, suplementar con ácido fólico y vitamina K,
monitorizar la función tiroidea y realizar controles ecográficos en el primer y
segundo trimestre.
Lactancia
Se ha descrito una baja excreción de
CBZ en leche materna y la mayor parte de los estudios publicados no recogen
efectos adversos sobre el lactante. Se han registrado casos de disfunción
hepática transitoria en el lactante23,24 y de sedación de intensidad
variable en combinación con otros psicofármacos25. La AAP incluye a
la CBZ en el grupo de fármacos compatibles con la Lactancia Materna (LM)26,
en monoterapia y con una estrecha monitorización clínica y analítica del
lactante, tras una valoración individualizada del cociente riesgo/beneficio. Se
recomienda la determinación periódica en el lactante del recuento hemático y
enzimas hepáticos por el perfil específico de efectos adversos del fármaco27.
Recomendaciones
La CBZ se usa esencialmente
en fases agudas, maniacas y mixtas, del TAB, y menos en el mantenimiento,
aunque la AEMPS lo autorice en esta indicación. La experiencia en el embarazo es
escasa y se basa necesariamente en su empleo como antiepiléptico. Actualmente
la CBZ es un eutimizante de segunda fila, condición que deberá mantener, con
mayor motivo, en el embarazo.
La información de la que se dispone hace considerar que la CBZ en monoterapia, en un tratamiento ya establecido durante el embarazo (con exposición fetal por lo tanto) y en una mujer clínicamente estabilizada, no contraindica necesariamente la LM si se puede realizar un seguimiento estrecho del lactante y una adecuada monitorización en función del perfil específico de efectos adversos del fármaco.
La información de la que se dispone hace considerar que la CBZ en monoterapia, en un tratamiento ya establecido durante el embarazo (con exposición fetal por lo tanto) y en una mujer clínicamente estabilizada, no contraindica necesariamente la LM si se puede realizar un seguimiento estrecho del lactante y una adecuada monitorización en función del perfil específico de efectos adversos del fármaco.
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Juan Medrano Albéniz. Psiquiatra. Comarca Ezkerraldea. Red de Salud Mental de Bizkaia y Maider Prieto Etxebeste. Psiquiatra. Hospital de Zamudio. Red de Salud Mental de Bizkaia.
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